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¿Qué es lo esencial en educación?

Me viene a la mente cuando era niña la imagen de cuando viajaba en tren del pueblo a la cuidad. Mis padres no tenían coche, ni teléfono y una televisión en blanco y negro, solo con un canal. Lo propio en los años 60. Me gustaba ver correr el paisaje por la ventana y jugaba con mi hermana a contar los postes de la luz que pasaban a una velocidad tan grande que este reto lo convertíamos en un juego. Así se nos hacía más ameno el trayecto. Todo cambiaba pero el horizonte permanecía inalterable que con amplitud y serenidad nos acompañaba.

Es cierto que actualmente vivimos una época de vértigo pero también es cierto que va acompañada de un horizonte que permanece. Lo importante en esta situación marcada por los efectos del Covid 19 es no perder la perspectiva, reconocer que necesitamos cierta distancia y que aun así probablemente no podamos llegar a comprender en su globalidad todo lo que esté sucediendo. Es necesario un enfoque nuevo, radical, asumiendo la responsabilidad personal y colectiva para salir de este laberinto.

Desde un mundo enriquecido experimento toda esta pandemia que nos ha estallado en la cara y nos ha dejado perplejos Es preciso reconocer cada uno desde dónde parte, pues estamos obligados a poner en común una reflexión sobre qué es lo esencial en la educación. Quizás parece una cuestión muy peregrina pero convendría dialogar sobre qué es educar y educación. La experiencia del confinamiento nos ha obligado a soltar mucho lastre al descubrir que lo pequeño, lo cotidiano, lo ordinario tiene un valor extraordinario y muy potente y eso es una gran noticia.

Con la declaración del estado de alarma se paralizó todo un país y descubrimos qué y cuáles son las actividades esenciales. Había muchas que hasta ese momento nos pasaban desapercibidas y que de alguna forma ahora han recobrado más importancia para nosotros. Parece evidente que la educación es una actividad esencial pero ¿qué es lo esencial en la educación?

Lo esencial en educación sigue siendo lo de siempre: formar una conciencia solidaria para la vida. Para ello hay que tener en cuenta una serie de ingredientes que no debemos perder de vista. Cuando se relacionan los datos y los hechos de la información alcanzamos la sociedad del conocimiento. Creo que aún estamos bastante lejos de conseguirlo. La sociedad del conocimiento significa tener la capacidad de relacionar, priorizar, analizar y a la vista de los estudiantes y profesores que tenemos en la enseñanza no parece ser una tarea fácil. ¿Cómo determinar los aprendizajes imprescindibles? Fernández Gálvez plantea una propuesta desde el sentido común que no trata de reducir contenidos, sino de categorizarlos desde el sentido común personal y profesional, así como la explicitación de los procesos cognitivos.

Si traducimos estos conocimientos científicos a contextos cotidianos, éstos influyen, condicionan y transforman las formas de vida en lo que viene a ser la cultura. No se puede hablar de educación sin hablar de cultura, de una cultura solidaria. El sentido de la vida precisa tener una razón y descubrir un ideal. ¿Hacia dónde queremos caminar? Estos cuatro ingredientes, es decir, información, conocimiento, formas de vida y sentido de vida van conformado la conciencia.

El primer bloqueo reside en la información, ya sea por desinformación o sobreinformación que viene a ser lo mismo. Al final lo que se produce es una burbuja endogámica en la que escucho lo que quiero escuchar y no soy capaz de elaborar un discurso coherente. Es imposible, de una u otra manera, no sentirse atrapado por las redes sociales sin padecer un bombardeo, viéndonos sometidos a la dictadura de los datos. Esto no es una cuestión menor a la hora de decidir cuáles van a ser los aprendizajes esenciales. Lorenzo MiIani ya decía de una forma muy acertada que el imperialismo tenía en una mano la pistola y en la otra el diccionario. Y eso sigue siendo así. El sistema tiene la obsesión por el control y ejercer la violencia para mantenerlo. El lenguaje cuando se va empobreciendo empobrece también nuestro pensamiento. Decía J.H. Newman en el siglo XIX que en la universidad hay que buscar respuestas a dos preguntas: ¿qué es la palabra? Y ¿qué es la naturaleza? Pues bien necesitamos saber hacia dónde queremos ir y responder a esas preguntas.

Constatamos que aún no ha sido posible ponernos de acuerdo en saber cuántas personas han fallecido por la pandemia y el baile de las gráficas roza una tomadura de pelo. Tengo la sensación en que vivimos en un telediario permanente, en el que todo tiene la misma importancia, sin diferenciar los temas por su gravedad y trascendencia. La información que recibimos es plana y por ende superficial. Un gran amigo, maestro, militante cristiano, Julián Gómez del Castillo me dijo en una ocasión que lo más importante de una editorial es lo que no dice, lo que se callan. Y para saber lo que se callan tenemos que conocer esa realidad. ¿Cómo educar al ser moral en lo que está bien o mal? ¿Hacia dónde tirar para salir de este laberinto?

La realidad es dinámica, y los acontecimientos de la vida van por delante arrollando. Estamos llamados a transformar nuestra mentalidad burocrática en una mentalidad dinámica y creativa porque con una mentalidad estática no vamos a aguantar el tirón ni personal ni colectivamente.

Esto es especialmente dramático en el mundo de la educación, de hecho parece ser que por ahora es la profesión en donde más bajas se producen por depresión. Es realmente muy complicado afrontar la comunicación en el aula al convertirse en una caja de resonancia de todos los problemas sociales. ¿Quien fracasa cuando se habla de fracaso escolar?

Vuelvo a la pregunta inicial ¿Qué es lo esencial en educación? Ahora se habla mucho de los aprendizajes esenciales, pero claro está que para saber qué es lo esencial hay qué saber qué es lo imprescindible. ¿Qué es lo importante y que no es lo importante?

¿Nosotros qué vamos a priorizar? ¿En razón de qué, con qué criterios? Lo explico con la metáfora del tronco porque me resulta muy sugerente la imagen de cómo sostiene al árbol. El tronco se fortalece con el tiempo en ese proceso lento en que cada otoño las hojas caducas van cayendo. Pero nadie pone en duda que las hojas cumplen una función y son importantes. Al igual muchos de los contenidos que aprendemos son importantes pero van caducando y no por eso nos vamos a desesperar. Las hojas van cayendo porque no todo vale a lo largo del tiempo, pero en ese proceso la savia va fortaleciendo nuestro ser.

Invito a tener una mirada larga porque todos estamos de alguna manera en el mundo de la educación ¿Cuál es la mirada larga que necesitamos para dar savia, para fortalecer ese tronco? Queremos árboles que se mantengan en pie durante el temporal. El árbol siempre tiene que volver a florecer para dar sus frutos a la vez que caducan esos contenidos.

Cuando pienso en una mirada larga contemplo con dolor el incremento de la injusticia. En los años 80 voceábamos por las calles que el 82% de la humanidad padecía hambre, ahora a comienzos del siglo XXI supera el 90%. No hay que ser profeta para constatar que era previsible. Es evidente que la economía mata. No se puede hablar de educación sin hablar de economía, porque hablar de educación es hablar de trabajo. Con lo cual ahora se nos presenta una situación radicalmente novedosa, con un escenario muy abierto. ¿Es posible hablar de educación sin saber para qué profesiones estamos formando? No es posible educar sin saber hacía donde va nuestro mundo, cuál va a ser el trabajo o si incluso es posible.

Resulta que una dirección tiene dos sentidos, puedo ir o venir. Si queremos una cultura del encuentro tenemos que saber cómo se entrecruzan los caminos entre ese ir y venir. Las formas de vida van a cambiar y no me vale nada eso de la ‘nueva normalidad’ de la que tanto se habla, conceptos que se incrustan en un lenguaje políticamente correcto. No se trata de una nueva normalidad se trata de algo diferente. Nos da miedo lo diferente pero educar es crear cultura y no es la primera ni la última pandemia que va a vivir la humanidad.

Ante esta perplejidad en la que nos encontramos creo que es obligado conocer la historia solidaria de los pueblos y de los pobres que también supieron responder a otras situaciones de pandemia. Ignorarlo me parece muy grave porque educar es sembrar semillas de cultura solidaria y no podemos prescindir del legado que nos han dejado los pobres. Hanna Arendt define la educación como aquel fenómeno que reside en el valor de la transmisión de la cultura que nos precede a las generaciones venideras. Transmitir es mucho más importante que explicar, porque se explica cuando alguien tiene alguna duda o no entiende, pero la transmisión es pasar el testigo. Debemos conocer cuál es la  historia que nos legan los pobres, también el diálogo intergeneracional va encaminado hacia esto. Guillermo Rovirosa plantea que la cultura es el hábito contraído por el espíritu de conocer por asimilación, y esa práctica de conocer por asimilación, si se hace con frecuencia, se adquiere un hábito y solo la pedagogía del hábito es capaz de transformar nuestras actitudes para conocer o a aproximarnos a la verdad y a la conciencia solidaria.

Mª Isabel Rodríguez Peralta 01/10/2020

Fotografía: Poda de un nogal en el Jardín Botánico de la Universidad de Granada

 

11 comentarios en “¿Qué es lo esencial en educación?”

  1. María Isabel, gracias por este artículo donde fórmulas la que para mí es la gran pregunta… qué es lo esencial en la educación? Todos educamos, de una manera o de otra, pero pocos se preguntan para que educamos…educamos para el amor, la entrega, el servicio a los demás o para lo contrario? Si tenemos en cuenta que educamos con la vida, con el ejemplo, pocas palabras bastan si somos coherentes, sin dobleces.
    Para mi el amor es la clave de la educación. Es lo que hace que no solo sea la mente lo que asimile el conocimiento, sino que el corazón y todo el ser quede impactado de por vida por la fuerza del testimonio de aquel que enseña con amor.
    Gracias, María Isabel, por tu inquietud, tu trabajo bien hecho y por promover una cultura del encuentro y del diálogo, tan fundamentales en esta sociedad individualista pero no por ello menos humana.

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  2. Me parece muy interesante este artículo y creo que toca puntos muy profundos de los cuales podrían sacarse muchos diálogos. Pienso que estamos en un momento clave para afianzar aprendizajes básicos. Y yo destacaría principalmente las competencias comunicativas: hablar, escuchar, leer y escribir. Creo que si estamos en un momento dónde es necesario guardar distancias tanto el hablar, como el escuchar, como el leer y el escribir permiten un trabajo individual y cooperativo al mismo tiempo. Pienso que es el momento de retomar estás 4 habilidades qué construyen, al fondo, el ser persona. Todo el mundo desde su casa o en clase puede hacer cualquiera de estas cuatro acciones, y creo que es el momento de revalorizar su sentido y utilidad. Y no hace falta decir la cantidad de beneficios insondables que a corto o largo plazo nos pueden suscitar estás habilidades. Ahí lo dejo….

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  3. ¡Gracias Isabel! Me ha emocionado sentir cómo la filosofía y la historia siguen presentes en los pensamientos pedagógicos y educativos…Pregunta clave para la supervivencia: lo esencial en la educación. No podemos perdernos en el mar de información que satura y bombardea nuestro día a día hacia la desorientación. No podemos permitirnos perder el norte y dejar de proteger uno de los pilares fundamentales de nuestra sociedad, aquel que sostiene a todos los demás: la educación y la transmisión de nuestros valores culturales… lamentablemente la anestesia social hacia estos temas es cada vez mayor…

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  4. Precioso artículo que nos hace pensar sobre qué es lo esencial en educación. Recuerdo a la inspectora de mi centro que se empeñan en que seleccionemos los criterios esenciales y no soy capaz. Debería leer tu artículo. Besos

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