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Nuevos Gorée

Hace unos meses fuimos invitados Tomás Medina y yo a la Université Cheikh Anta Diop de Dakar, Senegal donde participamos en un congreso internacional sobre Emergencia Educativa.

Aunque la estancia me resultó muy corta la intensidad de lo vivido fue tal que con el transcurso del tiempo, lejos de caer en el olvido, le voy dando relieve a lo vivido. Poner palabras a la experiencia se lleva su tiempo y ha llegado el momento de escribir una de las páginas de esta historia compartida con amigos. Abro mi diario viajero por el capítulo la ‘Maison des Esclaves en la isla Gorée’.

Hablar de Gorée es hablar de una fortificación destinada al negocio de tráfico de esclavos entre el siglo XV y XIX. También existieron otros centros de confinamiento de esclavos en Ghana, Costa de Marfil, Benín o Guinea. Una realidad que permanece en la memoria y el corazón de toda la diáspora negra.

De la mano amiga de Josephine nos dejamos guiar, en silencio y con dolor, por aquel lugar. Entramos a la Maison des Esclaves, un laberinto de celdas, una cárcel  diseñada para ejercer la brutalidad de la esclavitud. Fueron millones de mujeres, hombres, niños y familias que allí permanecieron encadenados y hacinados hasta ser embarcados con destino a América, el Caribe y Brasil para ser vendidos como mercancía. En 1991 Nelson Mandela visitó la Casa de los esclavos y en 1992 lo hizo Juan Pablo II para rendir homenaje a todas las víctimas desconocidas y pedir perdón.

En silencio, desde la primera planta, nos asomamos un instante al océano. Justo el tiempo necesario para clavar nuestros ojos en lo que fue un infinito abismo infernal. Justo el tiempo preciso para, con el corazón, clamar perdón y con las manos en oración rezar una plegaria; un padrenuestro y un avemaría. Aquella mirada a un horizonte incierto se convirtió en una contemplación tan serena como dolorosa. En un cartel leemos «para un viaje sin retorno, iban con los ojos fijos en el infinito del sufrimiento».

En la planta baja, al final del corredor, nos encontramos con la puerta sin retorno. Nos asomamos con reverencia cuando una brisa sacude tu conciencia, el olor a salitre y el oleaje del mar te estremece y penetra tus sentidos. En aquel lugar los esclavos cruzaban la puerta para subir al barco y ya nunca retornar a su tierra.

Muchos no sobrevivían a la travesía por las condiciones inhumanas a las que se veían sometidos. Los tiburones olían la enfermedad y la muerte de los que eran tirados por la borda. Este fenómeno fue tan grande que Gorée era conocida como la isla de los tiburones.

No, aquello no fue una visita turística. No, aquello no fue una visita simplemente histórica. Fue un acercamiento atrevido y tímido a la casa de los horrores, de secuestro y barbarie de la explotación humana del sufrimiento de millones de niños, mujeres y hombres a los que se les arrebató la libertad para ser tratados como bestias.

La huella que nos dejó aquella visita es una experiencia que nos recordará allá donde vayamos que también hoy el mundo clama justicia, que nos exige permanecer vigilantes y oponernos a las nuevas formas de esclavitud que existen hoy en día.

A poco que contemplemos nuestro mundo seguimos estando ante el drama humano de la esclavitud y la trata de personas. Lejos de vivir en un mundo más fraterno el drama no disminuye y va cada día a más. La sed desenfrenada del lucro sobre el que se basan los mecanismos financieros, el comercio internacional y el estilo de vida consumista sigue siendo un monstruo insaciable. Los nuevos Gorée se multiplican y los tiburones se hacen dueños del Mediterráneo porque huelen la muerte de los que caen por la borda de los cayucos.

Fotografía @tomasmedinarodriguez_

M Isabel Rodríguez Peralta

Granada 11/10/2024

4 comentarios en “Nuevos Gorée”

  1. Muchas gracias, ciertamento hoy, en el s XXI, hay más esclavos que en el s XVII y XVIII juntos… y además no hay que llevarlos a la fuerza, ellos solos se juegan la vida huyendo en pateras… paradójico, triste, dramático.

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  2. Oye! Isabel muchísimas gracias por este nuevo artículo dedicado a unas de las barbaridades más horrorosas de la humanidad.

    Me encanta tu forma de empatizar con la realidad de los más vulnerables. Porque no solamente dejas adentro una parte de lo que viste, viviste y oíste sino también lo dejas por escrito para concientizar la humanidad.

    Muchísimas gracias por todo, Isabel. Dios te bendiga ❤️🙏🏿🙌🏿💦

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  3. Gracias por compartir una experiencia que remueve nuestra conciencia.

    Ha tenido que ser duro visitar el lugar donde tantos seres humanos fueron esclavizados,pero a la vez una motivación en tu vida para que sigas trabajando por la justicia y la libertad.

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  4. Gracias Isabela una vez más por esta carta que nace, así lo creo, del dolor al pisar este monumento del dolor infinito, valga la redundancia. Que hoy se conserva como símbolo de reconciliación de los pueblos.

    Suenan tambores de guerra o mejor dicho tambores de guerra mundial, donde pueblos quieren aniquilar a otros pueblos. La guerra contra los empobrecidos hoy, tira cientos de miles de cadáveres en los mares desiertos y océanos igual que en el siglo XVI en las aguas de la isla de los tiburones. ¿Como sociedad humana hemos aprendido algo de nuestras barbaries del pasado??

    He hecho decenas de peregrinaciones a Gorré siempre me emociono igual que me he emocionado al leer esta página de tu diario, me parte el alma porque sigue la barbarie humana. No nos podemos resignar tenemos que coger el testigo de aquellos valientes que a lo largo los siglos han dado la cara. Muchísimas gracias por tu visita y por tu artículo

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