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Florece un método pedagógico: Flores para Aprender

Publicado en el Semanario Alfa y Omega

He asistido a lo largo de mi ejercicio profesional docente a un galimatías de leyes educativas que siempre resultan, como mínimo, indescifrables. Hace más de tres décadas que me debato entre el plan de enseñanza y el aprendizaje en distintas etapas educativas, especialmente en la formación del profesorado del Centro de Magisterio La Inmaculada, adscrita a la Universidad de Granada.

A final de este curso ha vuelto a suceder; como siempre, como en todos los cursos anteriores. El último día de clase regalo a cada estudiante un clavel blanco, síntesis de toda una enseñanza. Tras este hecho visible se halla toda una evidencia tan invisible como real, una experiencia que hunde sus raíces en un aprendizaje profundo. Es fácil entender que no por abrir un capullo florece. El equivalente de esta idea en educación puede resultar muy sugerente. Hablamos de respetar los ritmos sin atropellar los procesos.

Todo en esta vida requiere su tiempo para sedimentar, reposar para discernir entre lo importante y lo que no lo es tanto. Son muchos los factores que se intrincan en el complejo oficio de la enseñanza: como, por ejemplo, la selección de contenidos esenciales y el tiempo del que se dispone. Y todo ello a la vez que constato que ante tamaño nudo gordiano, no vale responder siempre con los mismos esquemas.

Ante los desafíos actuales voy forjando a fuego lento el método Flores para Aprender. Elaborar un pensamiento pedagógico que aporte un haz de luz en estos momentos sin duda merece la pena. Desde la observación, escucha y diálogo con mis estudiantes y compañeros de viaje, voy reflexionando, viendo y pensando. Masticando y rumiando, conectando experiencias e imaginando propuestas superadoras. Un día, de repente, surge una idea, una imagen, un hecho; y así sucesivamente. Entonces llega el momento de quitar todo lo que sobra a la idea para quedarte con lo esencial. Por esta razón, me encuentro inmersa en ir cincelando el método Flores para Aprender. De hecho, me valgo de los diarios colectivos escritos por los estudiantes, que atesoro desde 1996, como una referencia certera de todo el camino andado.

Entre los fines de este modelo pedagógico está el de preparar a los estudiantes para que creen sus propios proyectos interdisciplinares en torno a situaciones de aprendizaje en cualquier ámbito educativo. Para ello, hay que saber detectar realidades cotidianas e interpelantes. Generar preguntas desencadenantes para localizar un centro de interés es como hallar un tesoro, una llave para descifrar la estructura curricular y didáctica.

¿Cómo? Con sistematicidad, orden, claridad y sobre todo dibujando el proceso de pensamiento, los conceptos abstractos, para desarrollar un pensamiento complejo. Ocupa un lugar importante dibujar flores, tallo, hojas, raíces, tierra, sol, nube, lluvia, árboles, etc. entre todos sus elementos y percibir la interdependencia con la naturaleza.

La relación entre imágenes, significados e ideas es lo que permite retener, relacionar, cuestionar y enriquecer el proceso de aprendizaje. Las imágenes constituyen un recurso que, por su precisión conceptual, facilita establecer conexiones que vayan mucho más allá de un mero recurso mnemotécnico.

Utilizar la metáfora como antesala de la imaginación o viceversa permite integrar a lo largo de este proceso la dimensión técnica, que debe tener todo proyecto, con la dimensión creativa.

Nos abre las puertas a la lógica de la articulación y la apertura frente a la lógica de la fragmentación, el todo superior a la parte. En palabras de Guillermo Rovirosa, la verdadera pedagogía es la iniciación a una vida más amplia, y esta no podrá ser nunca el destino de los que cada vez más estrechan sus horizontes. Nos permite sumergirnos en el fenómeno educativo. Leer los problemas actuales, necesidades sociales y poner en práctica una pedagogía de la realidad con dinamismo de acción.

Es un método que nace de forma silenciosa. Probablemente los ingredientes para forjarlo ya estaban ahí, antes de toda la experiencia docente acumulada, porque llevamos en nuestra mochila autobiográfica muchas vivencias que de forma inconsciente van configurando nuestra identidad. Así que, cuando me preguntan los estudiantes cuándo comencé a elaborar este método, respondo que desde siempre. El conocimiento tácito siempre ha estado ahí porque, como dice Michael Polanyi, sabemos más de lo que podemos decir.

Con convicción y constancia llega un momento en que florece lo cultivado y de repente disfrutas de una evidencia: ser capaz de hilar, conectar y tejer todo un conocimiento teórico y práctico en un paisaje y transmitirlo a tus estudiantes.

Flores para Aprender rompe con un modelo de aprendizaje lineal dando paso a un aprendizaje en espiral; en profundidad. ¿Cómo? Arando el terreno y cultivando semillas que todos llevamos dentro para germinar, crecer, desarrollar y dar flores antes de pensar en cosechar frutos, sin olvidarnos de esto último, porque partimos de la premisa de que el final está desde el principio.

M. Isabel Rodríguez Peralta, Granada a 12 de octubre de 2025

1 comentario en “Florece un método pedagógico: Flores para Aprender”

  1. Ciertamente las flores son el lenguaje del alma, el aliento del silencio, la fuerza de la brisa. Gracias por la sensibilidad de querer que la naturaleza sea nuestro maestro

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